Programa en Planificación y Evaluación de las Políticas Públicas. Área de CCPP y Admón - UA

Elena Llorca Asensi. Socióloga en el sector TIC y profesora en la Universidad de Alicante. Master en Comunicación Digital. Experta Universitaria en Liderazgo Político.



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El Trilema de Rodrik

17.11.2013 09:51

En su obra "La paradoja de la globalización", el profesor de Economía Política de Harvard Dani Rodrik habla del "trilema político de la economía mundial" (Rodrik, 2000) y se refiere a él como un dilema a tres bandas al que se enfrentan los estados modernos como consecuencia de la globalización económica. Según esta teoría, existen tres fuerzas en juego en las actuales organizaciones político sociales (estados) que no son compatibles entre sí, no pudiendo convivir más que de dos en dos y siempre con el debilitamiento o eliminación de la tercera. Estas fuerzas o pilares del trilema son: (1) el Estado nación, (2) la democracia a nivel nacional y (3) la globalización económica.

Siguiendo el razonamiento de Rodrick, el Estado nación sólo puede integrarse plenamente en una economía mundial globalizada si se debilita su democracia interna y se renuncia a los principios del Estado del bienestar. En el siguiente escenario, el Estado nación puede convivir con una democracia interna solamente si se debilita su integración en una economía globalizada y, por último, sólo renunciando al modelo de Estado nación sería posible mantener los principios de la democracia en el marco de un entorno económico globalizado.

Puestos a elegir un camino, habría que plantearse la viabilidad de replantear acuerdos comerciales y de poner cerco a la globalización económica, habida cuenta de la fuerza de los grandes grupos de capital frente al poder real de los Estados, de manera que pudiera optarse por no debilitar el poder del Estado y mantener aún así su democracia interna. No soy optimista en este punto.

La segunad opción no sé si es viable, pero debería ser implanteable: se trataría de dar la espalda al principio democrático y a la protección social en aras de mantener un modelo de Estado que pudiera integrarse en (y viviera por y para) la globalización económica mundial. Si en mis manos estuviera, esta opción la descartaría.

Tras lo imposible y lo indeseable, nos queda, pues, la vía del debilitamiento de la soberanía del Estado para garantizar la conviencia de los principios democráticos con la globalización. A mi entender es la opción más razonable, aunque el camino no es en absoluto fácil: para "tejer" una democracia transnacional que legitime las decisiones tomadas por un gobierno europeo, es necesario fortalecer (o, directamente, hacer nacer) un sentimiento de "ciudadanía europea" que respalde ese proceso. Lamentablemente, esa opción está ahora más lejos que nunca, ya que la Historia demuestra que en momentos de crisis, en vez de la solidaridad internacional,  lo que afloran son los nacionalismos (a nivel político, otra cosa es la respuesta ciudadana antes desastres naturales o sucesos similares), y con el sentimiento nacionalista floreciendo en distintas regiones y estados europeos, la concienciación "europeísta" se antoja ahora más que difícil.

Así las cosas, parece que el proceso aún está inmaduro, pues sería necesario en los próximos años realizar el titánico esfuerzo de remontar la crisis, recuperar la credibilidad de las instituciones transnacionales, esperar que perdieran fuelle los sentimientos nacionalistas ahora en máximos, crear una ciudadanía europea que ahora no existe y dotarla de contenido real, reformar las instituciones europeas para que la toma de decisiones fuera respaldada por un verdadero proceso democrático y acabar creando un modelo federal similar al norteamericano.

No sé si todo eso es posible. Desde mi punto de vista, al menos es mucho más deseable que las otras dos opciones propuestas por Rodrik, así que valdría la pena luchar por ello.