Programa en Planificación y Evaluación de las Políticas Públicas. Área de CCPP y Admón - UA

Elena Llorca Asensi. Socióloga en el sector TIC y profesora en la Universidad de Alicante. Master en Comunicación Digital. Experta Universitaria en Liderazgo Político.



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La perspectiva de la Justicia en Los juicios de Nuremberg

25.11.2013 11:02

He visto la película “Vencedores o Vencidos” acerca de los juicios de Nuremberg y me ha parecido tremenda. Algunas partes del diálogo hacen saltar como si le hubieran salpicado a uno de repente con agua fría en la cara.

Para poner en situación a los lectores que no la hayan visto, la película relata el juicio a algunos altos funcionarios alemanas por presunta colaboración con el III Reich. Un juez americano es desplazado a Nuremberg para hacerse cargo de un juicio que, para empezar, otros jueces no habían querido asumir. ¿La razón? En palabras del protagonista: “No todos pensaban que cierta gente debiera ser juzgada”. Se refiere Spencer Tracy, en su papel del juez Haywood, a los conflictos que surgen por acusar a altos funcionarios ­ (jueces y Ministro de justicia del III Reich) de colaborar con el gobierno nazi para poner en marcha el Holocausto judío. ¿Cuál debe ser la respuesta de estos funcionarios a la exigencia del régimen asesino para que colaboren? No todo el mundo lo tiene claro. A lo largo de la película, fiscal y defensa argumentan a favor y en contra de su responsabilidad en dicho contexto.  

Lo importante de la película es que no sólo se juzga a los acusados, sino que todo el pueblo alemán se siente juzgado por su responsabilidad en los crímenes del Holocausto. Desde otra perspectiva, se estaría juzgando a toda la humanidad por haberlo permitido. Las posturas de los acusados bien podrían reflejar las diferentes posturas del pueblo alemán:

Primer acusado: No me arrepiento, era necesario para defender al pueblo alemán.

Segundo acusado: No soy responsable, el sentido personal de la justicia debe sacrificarse al orden legal establecido.

Tercer acusado: No es capaz de hablar, parece como si sólo en el juicio empezara a darse cuenta de lo espantoso de lo que había sucedido. Posiblemente nunca antes le había puesto cara a las personas que habían muerto por su actuación.

Cuarto acusado: Se declara culpable. Aunque no sabía la magnitud que tomaría la maquinaria del crimen que él ayudaba a alimentar, tiene claro que colaboró y que, por tanto, es culpable.

No obstante el dilema que plantea la responsabilidad de un funcionario en un régimen de estas características, en esta entrada quisiera reflejar otro gran dilema que plantea la película y que es recogido, tras el juicio, en la exposición final del fiscal, el coronel Lawson (Richard Widmark). El dilema es decidir con qué perspectiva se deben juzgar unos hechos. Las opciones parecen ser:

- Con la perspectiva del momento en el que fueron realizados: En este caso, habría que plantearse si algunos o incluso todos los actos de colaboración podrían enmarcarse, entre otras posibilidades (perdida de referencia, "cosificación" de la víctima, miedo,...), en un superlativo sentido del deber que, más allá de cualquier planteamiento moral, respondiera a la afirmación que realiza en su defensa uno de los acusados: “Un juez no legisla, hace cumplir las leyes”. ¿Podría encontrarse justificación para los actos de los acusados por haber sido realizados en un momento histórico en el que las leyes permitían e incluso animaban a la exterminación de una parte de la población? Los acusados podrían resultar inocentes desde esta perspectiva, ya que se consideraría que cumplían con su misión y que la responsabilidad de los hechos pertenecía a instancias superiores.

- Con la perspectiva del momento actual: Esta opción se refiere a la perspectiva objetiva, capaz de separar las circunstancias de aquel momento de los hechos en sí mismos. Un crimen es un crimen ahora y siempre y nada lo justifica. Desde esta perspectiva, los acusados serían totalmente responsables de sus hechos y, por tanto, declarados culpables.

- Con perspectiva de futuro: En ocasiones, una sentencia puede verse afectada por la búsqueda de un interés futuro desvinculado de los hechos en sí mismos. En este caso, podríamos hablar de politización del veredicto, ya que se intentaría que el juez mirara más allá de los hechos y de la responsabilidad de los acusados, buscando ayudar a conseguir un objetivo político o, como algunos lo llamarían, un bien superior. Desde esta perspectiva, los acusados serían declarados sólo parcialmente responsables de sus hechos, de manera que se diera credibilidad al juicio y contento a la comunidad internacional, sin perjudicar los intereses políticos o bélicos del país. En este caso, se trataba de que EEUU (país que había enviado al juez) necesitaba la ayuda de los alemanes en la guerra que estaba empezando en el momento en que el juicio sucede, y declarar culpable al pueblo alemán (según la interpretación que hemos apuntado al inicio de esta entrada) entorpecería las relaciones entre ambos países y, con ello, la posible colaboración alemana. Un caso similar sería aquel en el que se aplican sentencias leves o incluso se indulta a terroristas en aras de una pacificación de la zona.

Más allá de cuestionar qué debe hacer un funcionario en el contexto descrito, la película nos hace plantearnos cómo debe juzgarse un hecho: en la subjetividad del momento en el que sucede, en la objetividad del momento en que se juzga, o de nuevo en la subjetividad de un interés ajeno a los hechos. ¿Mi opinión? Lo segundo, quizá matizado en ocasiones por lo primero. Es decir: juzgar el delito atendiendo a posibles matizaciones provenientes de las circunstancias en las que el delito se produjo. Es lo que intenta hacer el juez: conocer el contexto real en el que se produjeron los actos, saber si la gente era conocedora o no, si podían evitarlo o no, antes de dictar sentencia.

El veredicto parece saltar sobre todas las cuestiones planteadas para volver a la esencia de la misión de un juez, que es impartir justicia. Desde todo punto de vista, y sean las circunstancias que sean, hacer cumplir una ley que manda a la cámara de gas a una familia inocente no es justo, y no hay juez que pueda eludir este hecho. Por encima de la ordenación jurídica nacional, internacional o interplanetaria, el concepto mismo de justicia fue vulnerado por los acusados y, por tanto, el juez los declara culpables.