Programa en Planificación y Evaluación de las Políticas Públicas. Área de CCPP y Admón - UA

Elena Llorca Asensi. Socióloga en el sector TIC y profesora en la Universidad de Alicante. Master en Comunicación Digital. Experta Universitaria en Liderazgo Político.



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Nazismo: ¿del romanticismo alemán al racionalismo?

16.02.2014 22:46

Reflexión tras la visualización del documental "El ataque de los nazis", de Frank Capra

“El ataque de los nazis” pertenece a una serie de documentales encargados por el gobierno de EEUU a Frank Capra para explicar a los americanos por qué tenían que luchar en Europa contra Alemania. Se trata por tanto de propaganda y se entiende que son una reacción al documental “Triunfo de la voluntad popular” que proyectaban a su vez los alemanes para motivar a sus propias tropas.

El documental explica el plan de expansión militar de Hitler y cómo este se basaba en una ciencia conocida como geopolítica. Hay que decir que los dos pilares de la ideología de Hitler eran el racismo (la pureza de la raza aria y la necesaria lucha contra otras razas que la corrompían, ocupando un lugar protagonista la judia) y la búsqueda del “espacio vital” o Lebensraum. Es para esta segunda pieza clave del nazismo que se utiliza la geopolítica que describe el documental de Capra.

Relacionando este documental con una de las lecturas de la asignatura, “El racionalismo en la política”, pareciera que Michael  Oakeshott pensaba en Hitler y el nazismo cuando escribió dicho ensayo, ya que innumerables pasajes del mismo podrían muy bien estar describiendo a este dictador. No obstante, el movimiento nazi, al menos en sus orígenes, se oponía radicalmente no solo a la democracia y al liberalismo, sino específicamente al racionalismo.  El movimiento había nacido ligado al romanticismo alemán, que añoraba un pasado heroico y autoritario, caracterizado por las ansias de dominación (ver alusiones en el documental a las palabras de Otto Von Bismark primero, Guillermo I después y Hilter en último lugar), por encima de la modernidad y la democracia. Un pasado que glorificaba sus orígenes y su raza, conceptos que quedaban recogidos en la tradición volkisch, considerada preludio del nazismo (que por cierto hereda de ella a la esvástica como símbolo). En definitiva, la nazismo supone una rebelión contra ideologías desprovistas de espiritualidad como el racionalismo y el positivismo.

Así pues, mientras que la milimétrica organización política y militar y la búsqueda de argumentos científicos para apoyar sus acciones nos harían pensar que el nazismo es una suerte de ideología racionalista, lo cierto es que su inspiración es totalmente romántica y tan sólo acude a la “razón” para justificar una política de hechos consumados, y no como una fuente generadora de conocimiento.  Se apoya por tanto en la técnica y la metodología científica para lograr (y justificar) unos objetivos establecidos de antemano.

¿En qué punto parece que convergen ambas corrientes? Por ejemplo en la descripción que Oakeshott hace de la mentalidad racionalista en política. Así, dice este autor, el racionalista en política tiene el carácter del ingeniero, que saca adelante su proyecto apuntalándolo de técnicas, sin que su trabajo esté atado a nada que no sea el cumplimiento de su tarea, sea ésta construir una autopista o dinamitar un puente, o análogamente construir un argumentario racista o dinamitar una minoría étnica. Es un trabajo organizado, profesional y concienzudo, que tiene una base científica y una detallada organización técnica. Esta descripción recuerda enormemente a la gigantesca maquinaria ideológica, militar, social y administrativa puesta en marcha para ejecutar los planes de Hitler, apoyada entre otras cosas en ciencias como la genética y la geopolítica, como hemos podido ver en el documental de Capra.

Además, otros puntos de semejanza serían el hecho de que al racionalista en política le inspira la “necesidad sentida” en cada momento, y su satisfacción debe ser prioridad absoluta, o la idea ( Voltaire, Platón) de que la mejor manera de tener una buena ley es quemar las anteriores y empezar de nuevo, algo que sucedió con la Constitución de Weimar (aunque no fuera derogada formalmente). En el documental mismo se citan unas palabras de Hitler muy significativas: "Mi lema es: destruir por cualquier medio que sea necesario, el nacional socialismo redefinirá el mundo". O, por supuesto, el que la evanescencia de la imperfección sea una de las bases del racionalismo, cuando es también el argumento que justifica la eliminación de razas “no puras” para preservar la pureza de la raza suprema.

Así pues, da la sensación de que el nazismo como ideología nace rechazando al racionalismo, mientras que el nazismo ya puesto en práctica (ya en el poder) se aprovecha de sus preceptos en algunas cuestiones como medio para consolidarse y seguir creciendo.